Y es que mi amor no habita en las cumbres del cielo renació entre las rocas de un pequeño riachuelo... Y se creció tan potente y su fluir fue certero que arrasó toda mi angustia y surcó un nuevo sendero.
Y se besó con los mares de aguas cristalinas y navegó sobre letras de inspiración divina... Mi amor no es un objeto ni tampoco es un alguien son mil versos que se pintan en auroras que renacen.