¡He de partir, lo sé!... Y las estrellas del cielo a las que tanto he admirado seguirán inspirando versos a poetas alocados. El musgo de mi jardín color oro envejecido será camada a las rosas que ya habrán florecido..., y en el medio del camino un frondoso árbol de pino se elevará majestuoso lleno de aves y nidos. El ruiseñor que visita mi ventana en primavera seguirá entonando notas despertando a otro, a cualquiera...
Mas yo, ¡moriré en invierno!
Del polvo de mis cenizas regado en la cordillera germinará una flor maga decorando mi cabecera... Mas seré cual alma en pena sin estrellas, sin jardín y sin aves que me anuncien cuando llegue primavera.
He perdido mis sueños y mi voz se ha hecho llanto. Como ave nocturna mi vuelo es conjunto, de días abandonados por la luz de la aurora y de párpados que cansados de llorar ya no lloran.
Perdida va mi risa por la ciudad del lamento y mi sed bebe el agua de ríos agotados. Soy pájaro volando sobre la tierra labrada haciendo un nido albergue en un reino lejano.
¡Oh amor no esperes más! Ven, rescata mi vida ha caído sobre mi un castillo en escombros. Déjame sentir tu abrazo y con en el mismo entusiasmo ayúdame a descarguar el peso de mis hombros.
¡Déjame lactar de nuevo en tus pechos de niña y venceremos por siempre el corazón de la angustia!
Yo fui raíz plantada y un poco después, fui hoja... En una rama empedernida me aferraba, a lo que más amaba. Luego fui lamento y fui llanto.
Fui surco de río agotado en tierra extranjera. Una palmera moribunda que a su tierra añoraba, rodeada de hojas secas listas para la quemada... Al final de mi jornada no fui ni raíz ni hoja ni rama.
¡Quisieron que me callara no entiendo su osadía!... Quisieron sellar mis labios cegar mis ojos, torcer mi mente cuando quise levantarme ¡me empujaron de repente!.
Propagando sus mentiras rociaron de verde el césped al cielo de gris cargado pintaron azul celeste la muerte, sería mi suerte pues vivir callada es igual mas prefieren silenciarme si me atrevo protestar.
Hijas somos de la tierra de la historia aprendemos que la lucha no es perdida si unidas respondemos no dejes que la apatía te llene de indiferencia ¡Luchemos por el planeta tú país y tu pueblo por mis hijas, por los tuyas y por las que aún están lejos!
Soy la amante calcinada en un fuego turbulento. Atrapada sin cordura en un mundo de placeres. Y con él estoy atada inevitablemente atada a nuestros anocheceres.
Compartimos los momentos de desquicios y la forma irreverente de sus vicios. Allí donde sus besos me provocan a traspasar el lumbral de mi cordura... ¡Soy víctima a la merced del desvarío, su ardiente pasión y su pretensión loca!
Soy demonio en tormento y lo disfruto soy oscuridad y soy fuego Encendida pasión y sosiego, caricias de vida y plañidos de muerte pira de piel que consume mujer que arde y se extingue que entrega el aliento y sucumbe en nuestro loco y placentero infierno.
Quien no entienda la tormenta terminará en el fondo del mar... “¡Voy navegando sobre aguas de inmensa profundidad!"
Ni necesito un milagro o caminar sobre el mar... Yo cabalgué la tormenta me sostuve en su vendaval. Y si algún día las aguas me puedan sobrepasar... ¡Seré reina en el abismo, seré sirena en el mar!
El llanto de luna caía a caudales, plateado sollozo sobre madrigales. Reflejo de un rostro, olor de azahares fue noche de pena, poesía y cantares.
Mas con cada gota del llanto caído germinó un árbol que estaba dormido. Creció muy frondoso, se llenó de nidos fue hogar de gaviotas y zorzales marinos.
¡Amé a ese árbol nacido de penas! Cambió a pergamino y escribí un poema. Hoy albergo vida, entono cantares soy pena, poesía y canción de zorzales.
Duerme mi pueblo soñando de patria. Mientras la apatía causa indiferencia. Pegando sus labios, encierran sus voces sus armas de lucha, cubiertas de escarcha.
Cantando canciones dentro de su jaula ni buscan, ni encuentran, ni eligen palabras. Repiten la historia, e inventan bonanzas. Enajena al hijo que al futuro lanza.
¿Qué ha de ser del niño que a su patria adora, cuando anestesiado se hunda en las olas? Y pierda su honra, reclame al destino, sintiendo el invierno en su propio nido.
Entonces, que el tiempo sea mi testigo y que el porvenir a mi alma responda. Si no es que ese hijo en ciego embeleso de su conformismo no encuentra regreso.
Me habita una niña que ríe y alborota que juega libremente con energía y candor. Es agua cristalina y reboza de pureza, una niña traviesa es voz de lo que soy.
Rebuscando verdades destruyendo paredes en mí, vive una sabia que siempre ha de inquirir. Quiere entenderlo todo y todo lo pregunta se alegra en la justicia y aborrece fingir.
Hay otra, apacible, que edifica remansos reconoce, en la vida, lo importante es vivir. Amando, solo observa acepta sus derrotas y entiende que los cambios en ella, han de surgir.
Y la que está cansada de lo que ha sufrido madura, taciturna, vencida, sin tesón; se une a las mujeres que comparten la historia, de lo que he vivido, de lo que estoy viviendo y de todo lo que soy.