Eramos mar de risas en la playa. Al pie del agua soñábamos lagunas. Con imparables manos y océanos de dedos quisimos contruir castillos a la luna.
Yo podía sentir el sabor a tierra, y aun así pensar en manantiales. Manantiales de un azul distinto, pues es en el verde de los campos, y no en el mar, donde hay lugar para el maíz y el trigo.
Y..., ¿qué aprendí del mar de mis ensueños? Que también yo era mar en turbulencias. A veces mar en paz y otras en guerra, a veces dulce pescador de sueños y de estrellas...
Y que también era ola cantarina arrastrando risas a la orilla, bajo un manto de sol recién nacido, que a todos les besaba sus mejillas.