De niña aprendió a llorar callada. Frazada de lágrimas, lánguida mirada. Cabellos de trigo y ojos de miel sus labios rosados, pecas en la piel. Se vestía simple, en colores sobrios. Calzón de mezclilla, sostén de algodón. Una cadenita, un reloj de oro y unas zapatillas, de cuero, marrón...,
pero su cabello lo llevaba suelto libre como el viento claro como el sol... En el albergaba miles mariposas lágrimas con alas y un ruiseñor que de vez en cuando le cantaba nanas para que durmiera un poco mejor. De su mente libre, forjada en anhelos pulsando vertiente había un mantial que abría caminos y regaba sueños... Sueños que crecían alas a volar entre nubes blancas de inmensa belleza sobre el azul cielo de su libertad.