Nos quedamos mudos…
Se encontraron nuestros ojos,
y se detuvo el tiempo
en un instante infinito.
La luna altiva,
brillaba sin pausa,
majestuosa brillaba
con su rostro de plata.
Presos de anhelos
tomamos atajos de espacios y tiempo…
La cadencia febríl
de nuestras montadas figuras
transformaron el reloj
en interminables horas…
Fue nuestra fortuna,
la eternidad
de esa noche.
Sonrieron tus ojos
te respaldaron los míos
¡Yo fui canción de cuna
arrullando tu cuerpo!
