Creí morir de amor entre tus brazos aniquilada por tus besos tormentosos Y allí mirando las estrellas devolví al cosmos consternada el gemir de mi voz el calor de la entrega y un rayo de luz en la mirada.
Desafiamos el tiempo y el espacio bajo un cielo de hotel o prado, o casa. Y arañando la vida extasiados no queríamos volver a lo inconcluso o dar la espalda a ese mágico momento cuando saboreamos libertad encarcelados por las rejas de una lumínica experiencia. Pero la lenta lluvia del adiós caía silente sobre el fantasma triste de la ausencia.