Frente al manto negro de la noche al pie de un abismo, insondable. Tuve una fuerza que invisible me sostuvo y guiaba mi alma, inalterable.
Fue en esa brecha de duras circunstancias donde vi, que no hay razón para el quebranto. Me hice amiga de las sombras de la noche, y le entoné nanas al invierno sin reproche.
Supe enfrentar la muerte, con la inocencia de un niño y ella, al mirar, que sin temor la ansiaba se marchó sigilosa con una sonrisa en sus labios y me dijo "hasta luego" con la picardía de un guiño.
Tuve luchas con la bruma cotidiana y perdí el compás de mi camino..., muchas veces reclamé y deseé rendirme al desatino; mas el camino de los años cada día menos largo me inspiró a continuar marchando cual soldado y no a rendirme como pusilánime, postrado.
No importa cuan estrecha sea la puerta, o cuantos trampas me presente mi enemigo, si soy culpable, o si cargo una sentencia, si es el mar, el que ruge enfurecido ¡¡¡Voy luchando cada guerra de mi vida y prosigo adelante en mi camino!!!