Camino a ciegas en el laberinto del deseo donde la locura por tenerte me ha hecho su habitante. Me sentiré triunfante el día que me encuentre sobre la piel desnuda de tu abrazo palpitante.
Te pintaré de besos con la pasión más profunda en tonos de divinidad cuando te encuentre. Y rendiré mi cuerpo al golpe de tu embate, bajo la erguida cumbre del sendero de tu vientre.
Entonarás sin música y en premura, irreverente, el sonido del gemido, al perderte de pasión y de caricias y mis piernas te indiquen el camino.
Arrullado entre las lomas de mi pecho con los techos del alba te haré un cielo y te vestiré de humedades en penumbras deleitándome en lo eterno del desvelo.
Envuelta en tu pálpito demente y en tu fuerza viril..., seré alborada. Tú serás víctor sobre mi piel sudosa y yo, derrotada mortal, que en su sueño de amor llegó a ser diosa...
En el profundo delirio de mi quimera a solas veré como se apaga tu entraña lentamente. Mas yo he de atesorarte para siempre aun en la gran nostalgia de tu ausencia... Pues vivo, si es que siento tu latido y muero al despertar porque te has ido.