Duerme mi pueblo soñando de patria. Mientras la apatía causa indiferencia. Pegando sus labios, encierran sus voces sus armas de lucha, cubiertas de escarcha.
Cantando canciones dentro de su jaula ni buscan, ni encuentran, ni eligen palabras. Repiten la historia, e inventan bonanzas. Enajena al hijo que al futuro lanza.
¿Qué ha de ser del niño que a su patria adora, cuando anestesiado se hunda en las olas? Y pierda su honra, reclame al destino, sintiendo el invierno en su propio nido.
Entonces, que el tiempo sea mi testigo y que el porvenir a mi alma responda. Si no es que ese hijo en ciego embeleso de su conformismo no encuentra regreso.