Como la fragancia
que trae el mar con la brisa
perfumada en aromas,
de caracolas y sal
arribó el perfume del amor,
a mi vida
y yo ilusionada
me he dejado impregnar.
Envuelta en el aroma
de su suave caricia
él fue luz palpitante
con su tierno cantar
acordes musicales
en las fibras de mi alma
vibrato en sus labios
al quererme besar.
«¡Y yo, fui gaviota
rendida ante su abrazo!»
¡Él, puerto seguro,
a mi vagabundiar!
Y su bálsamo fresco
de caricias prendado
fue el efluvio correcto
que me pudo sanar.