Me atraes en la distancia,
tu voz, es canción del mar.
Tu piel es de marullos,
reflejo de soles y sal.
Te vistes de rocío,
me invitas a quemar el frío
y yo que te extraño tanto,
izo velas hacia tu encanto…
A tus brazos
que se ajustan a mi errático compás,
a tus ojos
que me muestran veredas de inmensa paz,
a tu espíritu afable,
a tu proceder amable,
a tu forma tan noble de ser y de sentir
a tus labios,
a tu piel,
a tu amor que en sus ansias
no entiende de distancias…
«¡Hacia tus brazos voy!»
