Deambulando en soledades me hice experta en el silencio. El sendero, en verdad, nunca fue terso…, muchas noches de llantos engendraron una aurora de esperanza y confiada encaminé mis pasos hacia una nueva alborada.
Antes del final redacté el epílogo con el que me despedí de mí misma…
«Soy deseo y reflexión cubierta de energía cósmica»
¡¡¡Resurjo!!!
Mujer ave, mujer voz. Mujer que late. Tierra labrada, cielo libre, belleza de sol poniente.
Al contemplar la imponente exclusividad de mi esencia cubrí de bondades y paz el verdor de mi esperanza.
Abrí mis ojos y me uní a la evolución consciente de mi mente.
