Una aurora de abril me fui escurriendo
por el quebrado cristal de mi ventana
aspirando libertad mi alma de niña
me calzé en zapatillas algo gastadas.
Supe que si crecía alas volaría
y a esas alas clamé de noche y día
al remontarme viajé surcando vías
por senderos plenos de melancolía.
Y los vientos volaban mis cabellos
en mis ojos una lágrima ardía
lentamente recorrió mi piel morena
tallando mi poesía de mar y arena.
Soy un poco de mar y un manojo de arena
con la tristeza tallada entre mis cejas
en la espalda cargando mi guitarra
y en mi voz, los lamentos de mi tierra.
