Fuiste ola atrapada en la arena.
Fuiste mar de sueños en andamios.
Marchaste sobre el llanto fluyendo de mis ojos con una sonrisa estampada en tus labios.
«No entiendo por qué tu amor, todavía me duele, y que mis brazos se encuentren vacíos al no tenerte»
Yo fui una gaviota que hizo nido en tu suelo. Malogré mis dos alas al desprenderme del cielo…
Allí condenada a tus mares de arena me cegué en tu bruma, me escurrí en tus dedos.
Fue un día de ensueños, al vaivén de las olas.
Las pasiones raídas, por el viento, volaban.
Inexorable la tarde sucumbió a la agonía, de sus luces muriendo al final de ese día.
Llegó la noche que oscura, eterna y sombría fue preludio del claro resplandor de la aurora.
Irradiando en mis ojos, disipó el letargo
y en mis labios gusté un sabor dulce amargo.
Hoy soy ave sin vuelo, derribada, perdida
bajo un cielo azul de anhelos sin mañana.
Sin nido, abandonada en la playa tendida,
sumergida en la pena de este triste quebranto…
¡O quizás soy quejido de un ave sin canto!
